Este mes de noviembre, la Diócesis de Mallorca ha dado a conocer los datos de la actividad celebrativa y de la actividad pastoral correspondientes a 2023, así como también los datos de la actividad educativa, misionera, cultural y asistencial. Por lo que respecta a la actividad celebrativa, el año pasado hubo 1.775 bautismos, 1.800 primeras comuniones, 532 confirmaciones y 511 matrimonios.
Las citadas cifras se complementan con las de la actividad pastoral, que actualmente se lleva a cabo en 151 parroquias y ocho monasterios. En ese marco desarrollaron su labor el pasado año 139 sacerdotes, 448 religiosas y religiosos, 20 diáconos permanentes, 575 catequistas y 66 monjas y monjes de clausura. Por lo que respecta al número de seminaristas, el obispo de Mallorca, monseñor Sebastià Taltavull, explica a mallorcadiario.com que ahora mismo hay doce en total.
El prelado reconoce que la cifra de seminaristas es hoy baja en comparación con otros periodos históricos. «En Menorca había cerca de 80 seminaristas cuando entré en el seminario, mientras que en Mallorca había en aquella época, a finales de los años cincuenta, unos 350 seminaristas aproximadamente», recuerda. Aun así, en estos momentos hay casi los mismos seminaristas en Mallorca que en Barcelona, pese a que esta provincia catalana cuenta con muchos más habitantes.
La disminución en el número de vocaciones se iniciaría a principios de los años sesenta, coincidiendo con el Concilio Vaticano II, «pero no porque el Concilio fuera la causa de esa crisis, sino porque empezaba a haber ya entonces una crisis mundial, más general, relacionada con el progresivo paso a una sociedad cada vez más secularizada».
En la actualidad, el Obispado está trabajando mucho para potenciar las vocaciones. «Este año, sin ir más lejos, hay cuatro nuevos seminaristas sobre un grupo de doce, lo cual es mucho», afirma Taltavull, quien añade que la labor que se está haciendo para fomentar las vocaciones «es un trabajo muy a nivel personal«, como lo vivieron las personas de su generación. «Yo soy sacerdote gracias a mi familia y a los salesianos, que es donde iba a clase», reconoce.
LA CRISIS ACTUAL
La vocación religiosa nacía antes «en el hogar, en la parroquia o en el colegio», pero hoy ya no es así, lo que provoca que haya «un gran vacío» en ese sentido. Décadas atrás, las familias dentro de la comunidad cristiana eran, de hecho, una especie de plataforma para las vocaciones. «Yo siempre he dicho que la fábrica de hacer sacerdotes es la familia», indica el obispo, quien considera que la actual crisis vocacional para el sacerdocio o para la vida religiosa «es sobre todo una crisis de fe, mucho más profunda».
La Diócesis entiende, por tanto, que para conseguir que haya más jóvenes que quieran ser sacerdotes se debe actuardesde todos los ámbitos, es decir, desde el clero, la familia, la pastoral con jóvenes, la pastoral universitaria, los colegios diocesanos o los colegios religiosos.
La institución del matrimonio está viviendo desde hace años una situación de crisis muy parecida o incluso mayor, «porque muchos cristianos no se casan ya por la iglesia». Se trata de cristianos que durante la infancia celebran los primeros sacramentos, pero que al llegar a la edad adulta parecen desligarse de sus raíces religiosas. A ello habría que añadir que, hablando más en general, «los cambios son hoy muy rápidos en la sociedad y los ciclos no son muy largos».
Monseñor Taltavull, nacido en Ciutadella en 1948, había desarrollado la mayor parte de su función pastoral como sacerdote en Menorca y como obispo auxiliar en Barcelona antes de su llegada a Mallorca, a donde vino en septiembre de 2016 tras ser nombrado administrador apostólico por el Papa Francisco. Un año después, sería designado nuevo obispo de esta Diócesis, por lo que desde hace ocho años conoce de primera mano la realidad de la Iglesia en la isla.
A lo largo de ese periodo, «han fallecido en total más de 80 sacerdotes y religiosos en la isla». Otro dato relevante que da el obispo es el de las nuevas ordenaciones: «Ha habido la ordenación de nueve sacerdotes y la de seis diáconos permanentes casados, que son muchas ordenaciones comparadas con otras diócesis». En este contexto, recuerda que hoy en día un diácono puede llevar también la responsabilidad de una parroquia y que esto ya se da en la Diócesis de Mallorca.
SACERDOTES Y DIÁCONOS
«Un diácono puede presidir una celebración de la Palabra, dar la comunión, presidir bautizos, bodas y también exequias», recalca Taltavull, quien añade que un diácono «puede hacer prácticamente todo lo que hace un sacerdote, menos decir misa, confesar y dar la unción a los enfermos«. En el caso de la Diócesis de Mallorca, todos los diáconos con que cuenta son casados, si bien en otras provincias españolas hay también algún diácono soltero.
Teniendo en cuenta el número total de sacerdotes y de diáconos que hay en la isla, puede aseverarse que en Palma la práctica totalidad de parroquias cuentan hoy con un único rector y algún otro sacerdote o diácono que colaboran, mientras que en la Part Forana suele ser hoy relativamente habitual que «un grupo de sacerdotes lleven varias parroquias, acompañados también de algún diácono», aunque también hay algún sacerdote que se ocupa de más de una iglesia.
En este contexto, el obispo recuerda que en Mallorca hay seis arciprestazgos y que cada uno de ellos cuenta con distintas parroquias. «En cada arciprestazgo hemos creado comunidades pastorales», concreta. Cada comunidad pastoral es «un grupo de parroquias que trabajan juntas, para optimizar al máximo los recursos que hay», contando también con «los laicos presentes en los consejos parroquiales o interparroquiales, los consejos de economía y todas las otras actividades pastorales, como catequesis, acción caritativa y social, pastoral de la salud, distintos tipos de voluntariado, etcétera».
Por lo que se refiere a los feligreses, «algunas iglesias se van vaciando, porque la gente mayor se va muriendo y no hay nuevas incorporaciones», pero también es cierto que determinadas iglesias están llenas en los días festivos. «En una misa de las nueve de la mañana a la que acudí en un pueblo de Mallorca, la iglesia estaba llena», rememora el obispo. Este hecho demostraría que «hay sitios en donde la práctica religiosa todavía es numerosa».
NUEVAS INICIATIVAS
Entre las iniciativas que prevé implementar la Iglesia de Mallorca ante la realidad descrita hasta ahora, cabe destacar que en enero del próximo año se pondrá en marcha un nuevo plan pastoral para toda la Diócesis, cuya principal novedad será «incorporar a laicos y laicas en el trabajo que llevan a cabo los sacerdotes y darles una mayor responsabilidad». Para Taltavull, «la labor propia de un laico es estar en medio de la sociedad, ser un buen cristiano en medio de la sociedad, no dentro de las sacristías».
«Los sacerdotes, al ser hoy pocos y mayores, no pueden llegar a todo», reconoce el prelado, para añadir: «Quiero evitar el estrés y el agotamiento de los sacerdotes». En esta tesitura, muchas personas pueden colaborar y tener un papel en la comunidad cristiana, «tanto si se es un sacerdote, como si se es un religioso, una religiosa, un diácono o un laico».
Para dar ejemplo en ese sentido, el Consell Episcopal —que es el consejo director de toda la Diócesis— cuenta desde hace tres años con cinco sacerdotes, un diácono y cinco laicos como asesores, entre ellos tres mujeres. Hasta aquel momento, el Consell Episcopal estaba conformado por sacerdotes únicamente, que se llamaban vicarios episcopales.
Vista toda la situación actual en su conjunto, el panorama global de la Iglesia no parecería ser muy alentador. Sin embargo, este análisis no es compartido en absoluto por el obispo de Mallorca. «La Iglesia ha tenido épocas mucho peores que esta, pues, pese a las dificultades, esta es una época con mucha transparencia, sin negar que hay problemas y cosas que no hemos hecho bien, por las cuales siempre pedimos perdón«, sentencia.
LOS GRANDES RETOS
«Para mí, el gran reto en este momento es cómo integrar a la juventud dentro de la actividad de la comunidad cristiana», enfatiza, partiendo de la evidencia de que hay un «nuevo tipo» de juventud. Lo mismo ocurre con la sociedad en su conjunto, que «no es monolítica ni uniforme, sino muy diversa», por lo que las motivaciones para dar sentido a la vida son «muy amplias».
Otro reto que tiene la Iglesia es «ayudar a hacer procesos de crecimiento en la fe», unos procesos que vayan desde la fe que poseemos en la infancia hasta la fe con que podamos contar en la edad adulta. Los problemas surgen, de hecho, cuando hay rupturas en esos procesos de crecimiento. Hay muchos bautizos, muchas primeras comuniones y muchas confirmaciones, «pero los matrimonios y las vocaciones sacerdotales bajan mucho». Ahí hay «unos vacíos» y es donde se da mayormente esa crisis específica.
«Precisamente, en el nuevo plan pastoral que presentaremos en enero incidimos en que es necesario asegurar el proceso de fe desde el nacimiento hasta la muerte, desde los primeros años de la vida hasta los últimos años, y todo tiene que estar muy bien atendido», avanza Taltavull.
A modo de recapitulación general sobre todo lo expresado anteriormente, el obispo señala cuál debería ser el camino a seguir tanto en el presente como en el futuro. «Hay que empezar por promocionar la vocación cristiana, y a la vez que promovemos la vocación sacerdotal, hemos de promocionar la vocación a la vida consagrada —la de los religiosos—y la vocación al matrimonio, así como también todas las otras vocaciones», resume.